Pureza:
Un destilado de cannabis de alta calidad debe tener un alto nivel de pureza, es decir, debe contener una alta concentración de cannabinoides, preferiblemente entre el 85% y el 99%. La presencia de impurezas, como solventes residuales, pesticidas, metales pesados y otros contaminantes, debe ser mínima o inexistente.
Perfil de cannabinoides y terpenos:
Un buen destilado debe tener un perfil de cannabinoides y terpenos bien definido y deseado. La concentración de THC o CBD (u otros cannabinoides, dependiendo del objetivo del destilado) debe estar claramente especificada. La presencia de terpenos también es crucial, ya que estos compuestos contribuyen al sabor, aroma y efectos del producto final.
Consistencia y apariencia:
La consistencia del destilado debe ser homogénea, y su apariencia debe ser clara y translúcida, sin presencia de material vegetal o residuos sólidos. Un destilado turbio o con partículas visibles puede indicar problemas en el proceso de destilación o en la calidad de la materia prima utilizada.
Sabor y aroma:
Aunque el destilado puro puede tener un sabor y aroma mínimos, la reintroducción de terpenos naturales puede mejorar significativamente estos aspectos. Un buen destilado debe tener un sabor y aroma agradables y no debe presentar sabores amargos, quemados o químicos.
Potencia y efectos:
La potencia del destilado debe ser consistente con lo que se indica en el etiquetado. Los efectos deben ser predecibles y adecuados al uso previsto del producto, ya sea para uso recreativo o medicinal. La presencia de otros cannabinoides, como CBG o CBN, también puede influir en la experiencia general y debe ser considerada.